Chau idefinido.
Lo confieso, no sé ni por donde empezar,
tal vez lo mejor, tal vez, sea por el inicio.
El inicio fue pesar, fue desolación
fue como si una parte de mi, de todo el mundo, hubiera sido absorbida, despojada.
Como si los árboles perdieran las hojas,
como si el sol quemara, solo, sin nubes,
como si ya no hubiera verano, ni otoño, ni invierno, ni primavera…
Como si hubiera perdido un amigo, un padre, un hermano.
Y las palabras no están, no sé si se fueron si están escondidas o indispuestas.
Tal vez sea sólo el luto.
Su miedo a no volver a brillar de la misma manera,
a ser mal dichas.
Sin embargo
le tengo una noticia (buena o mala usted dirá)
y es que
usted no se va
ni se irá.
Se queda por acá con nosotros,
En el café del corazón,
en las tardecitas de nuestros pensamientos,
recordándonos que debemos de recordar.
Con esa sonrisa bonachona de abuelo excepcional
de sabio modesto
de genio creativo
Por que … verá
Usted se volvió la palabra,
aquella vírgola prehispánica
aquel guión
el acento
la coma
la metáfora
la hipérbole.
el cuento
aquel paréntesis abierto
y ahora también este paréntesis cerrado…
Es por eso que esto no puede ser un adiós, ni un hasta pronto, hasta luego o hasta mañana.
Y pensándolo bien, tampoco un chau indefinido.
Si no más bien, un
Hasta siempre.
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